El método de Freire es
fundamentalmente un método de cultura popular, que, a su vez, se traduce en una
política popular: no hay cultura del pueblo sin política del pueblo. Por este
motivo, su labor apunta principalmente a concienciar y a politizar. Freire no confunde los planos político y pedagógico: ni
se absorben, ni se contraponen. Lo que hace es distinguir su unidad bajo el
argumento de que el hombre se hace
historia y busca reencontrarse; es el movimiento en el que busca ser libre.
Ésta es la educación que busca ser práctica de la libertad.
La metodología surge de
la práctica social para volver, después de la reflexión, sobre la misma
práctica y transformarla. De esta manera, la metodología está determinada por
el contexto de lucha en que se ubica la práctica educativa: el marco de
referencia está definido por lo histórico y no puede ser rígido ni universal,
sino que tiene que ser construido por los hombres, en su calidad de sujetos
cognoscentes, capaces de transformar su realidad.
La manera en que Freire
concibe la metodología quedan expresadas las principales variables que sirven
de coordenadas al proceso educativo como acto político y como acto de
conocimiento; éstas son: la capacidad creativa y transformadora del hombre; la
capacidad de asombro, que cualquier persona tiene, sin importar la posición que
ocupe en la estructura social; la naturaleza social del acto de conocimiento y
la dimensión histórica de éste.
Otras características del
método de Freire son su movilidad y capacidad de inclusión. Por ser una
pedagogía basada en la práctica, ésta está sometida constantemente al cambio, a
la evolución dinámica y reformulación. Si el hombre es un ser inacabado, y este
ser inacabado es el centro y motor de esta pedagogía, es obvio que el método
tendrá que seguir su ritmo de dinamicidad y desarrollo como una constante
reformulación
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