Paulo Freire se ocupó de los hombres y mujeres «no letrados», de aquellos llamados «los desarrapados del mundo», de aquellos que no podían construirse un mundo de signos
escritos y abrirse otros mundos, entre ellos, el mundo del conocimiento
(sistematizado) y el mundo de la conciencia (crítica). Porque para Freire el
conocimiento no se transmite, se «está construyendo»: el acto educativo no
consiste en una transmisión de conocimientos, es el goce de
la construcción de un mundo común. Juan
Manuel Fernández Moreno (ILCE)
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